sábado, 22 de octubre de 2011

En referencia a la carrera sanitaria única

La carrera sanitaria única es solo un anhelo reivindicativo del sector, para mejorar sus condiciones laborales?
Es un ordenador o herramienta para mejorar el sistema asistencial?
Es una oportunidad para recuperar compromiso y mística en los trabajadores de la salud?
Es una inversión en investigación y docencia?
Es un camino hacia la humanización de las políticas sanitarias, con mayor presencia en terreno y aumentando las posibilidades de participación comunitaria?
Quizás sea todo esto y más, pero necesitaríamos discutir los efectos negativos que podría acarrear y las dificultades de implementación (a pesar de que haya decisión política de instaurar esta carrera) para poder tener un diagnóstico regional operativo y así fortalecer la justificación y las herramientas de sensibilización necesarias para el debate sectorial.
De hecho, el Movimiento Sanitario Nacional expresa a través de uno sus máximos referentes, que el objetivo principal es correr a los trabajadores de salud del sistema mercantilista consumidor de tecnología hacia un sistema de producción de salud. Y esto es una postura tan contundente que daría por terminada cualquier discusión o debate en una mesa de bienintencionados, pero hay intereses económicos de grupos que negocian con la salud estatal, presupuestos acotados por burocracias insensibles y una desmovilización, que a contrapelo del resto de la sociedad; en nuestro caso es creciente.  
En este último punto me detengo, porque creo que la estrategia a corto plazo es justamente esto, revertir la desmovilización. Veamos algunas puntas que puedan discutirse en lo inmediato:

  • Sabemos del poder inconmensurable que tiene la difusión mediatizada, inclusive con una potencialidad difícil de imaginar cuando se piensa en las redes sociales y sus derivaciones. Pero muchas veces el tremendo atractivo que representa llegar a muchas personas en poco tiempo, va en detrimento de las formas más personalizadas (otrora convencionales) de acciones de terreno, del boca a boca, de la visita domiciliaria o la ronda sanitaria.
  • También sabemos que la ciencia y sus avances ha logrado, por ejemplo, vacunas para enfermedades que antes evitábamos con información o pruebas diagnósticas preventivas. La hepatitis A podría evitarse con higiene, el cáncer de cuello de útero podría prevenirse con realizaciones de pap y así podríamos seguir, pero no propongo desandar este camino de implementación de vacunas en calendario puesto que ellas han resultado, en mi parecer, buenas medidas inclusivas y de otorgamiento de derechos con tendencias equitativas, pero otros casos deberían examinarse con ventajas y desventajas comparativas y tendiendo en cuenta el factor “participación comunitaria” como una variable importante en dicho análisis. El ejemplo de la vacuna de leptospirosis es bastante gráfico, pues es costosa, de efectividad dudosa, y este flagelo podría evitarse con saneamiento general e información, en este caso la intersectorialidad y la participación de la comunidad podrían lograr triunfos sanitarios y movilización concientizadora al mismo tiempo (o esto como consecuencia biunívoca inevitable).

En un contexto de cambios de tintes revolucionarios históricos, no podemos obviar este debate ni tampoco perder esta posibilidad de lograr en el sector salud las transformaciones que nos pongan a la altura de las circunstancias del proyecto nacional, popular y latinoamericano.
Finalmente recominedo se lea la nota al Dr. Davis Santoni en AIM, muy esclarecedora sobre la carrera sanitaria única (http://www.aimdigital.com.ar/aim/?p=54659)

martes, 18 de octubre de 2011

La justicia social es ahora?

Tuve la oportunidad de escuchar (y más tarde leer en el foro de salud pública de carta abierta) al Dr. José Carlos Escudero decir que las principales medidas de salud de este gobierno no han sido paridas desde el Ministerio de Salud sino que desde los Ministerios de Desarrollo Social y de Defensa, y creí necesario someterme al reeplanteo de algunos conceptos.
En primer lugar habrá que discutir cuales son las medidas que un Ministerio de Salud tiene a su alcance para igualar, en magnitud, el impacto positivo de la Asignación Universal por Hijo o la elaboración de medicamentos a través de los laboratorios de las fuerzas armadas. La dificultad para responder esto nace de la propia visión del "sector salud" sobre sus paradigmas, acotados indefectiblemente a cuestiones asistencialistas clásicas. Es decir, que frente a metas empobrecidas en su origen, no será posible imaginar políticas sanitarias que revolucionen el sistema ni puedan llegar a provocar cambios importantes en la situación de salud en general.
Habitualmente los Ministerios de Salud se enfocan en resolver los déficit estructurales del planteo asistencial, y tanto sus metas como sus medidas correctivas no exceden los límites de los servicios de salud. Esto aleja a la estructura ministerial de la posibilidad de trascender con políticas que interpelen al modelo.
Para mostrar esto basta con mencionar a programas tales como Remediar, Nacer, Médicos Comunitarios, que fueron bocanadas de aire para el asfixiado sistema, y aunque estos se financien con fondos e imposiciones del banco mundial, para el sector es difícil verlo como herramientas contraproducentes sino que más bien representan la posibilidad de accesibilidad a los sectores más desprotegidos. Y he aquí, el meollo del debate. 
Donde nos paramos en esta etapa histórica? Buscamos pacientemente condiciones de equidad progresiva o vamos por un modelo rebelde, inclusivo y movilizador?
La encrucijada planteada por Escudero sobre vacunas es ejemplificadora sobre lo complejo que es resolver la ecuación. A saber: la vacuna para prevenir cancer de cuello de útero es festejada como una de las medidas más inclusivas y tendientes a lograr equidad de que se tenga memoria en Salud, sin embargo también es sumamente costoso y podría reemplazarse (con efectividad semejante?) con acciones muchísimo más económicas y movilizadoras, como podría ser la instauración de un programa con mucha participación popular y también del propio recurso humano del sector salud, para lograr que las personas en riesgo hagan la prueba de papanicolau y así lograr resultados sanitarios y políticos deseables.
Ahora bien, el sistema de salud no tiene el recurso humano sensibilizado para tareas de terreno ni la inserción popular que se requiere para desarrollar estas propuestas. Que hacer?. la vacuna ha demostrado su efectividad y tiene un costo que la hace inaccesible para los sectores populares, podemos darnos el lujo de esperar que el sistema acomode sus fichas?.
No puedo dilucidar la pregunta pero si puedo imaginar al sector salud tomando medidas que tiendan a incluir en lo inmediato sin perder jamás de vista que se debe reformular el modelo sanitario hacia conceptos más justos y movilizantes.