viernes, 12 de julio de 2013

El panfleto electoral personal

Obviamente este escrito estará contaminado por una parcialidad lógica, devenida mayormente de la pasión con la que vivo estos momentos históricos del País y la Provincia, pero créanme que es honesto y espontáneo.
En cercanías de elecciones y con el clima militante imperante uno se entusiasma y sale a contar y gritar las bondades del proyecto político que lo contiene, sin embargo intentaré explicar mi visión sobre la realidad política contemporánea desde un lugar más aséptico y que conozco con más detalles técnicos y con menos influencias mediáticas. Me refiero a mi trabajo.
Actualmente trabajo en el Instituto de Control de la Alimentación y Bromatología, que es un organismo que se dedica, en resumen, a las tareas que involucran la seguridad alimentaria en general. Como su nombre lo indica este instituto se podría circunscribir al desarrollo de estrategias de control sobre la producción, almacenamiento, transporte, comercialización e inocuidad de los alimentos de origen Entrerriano, sin embargo este gobierno y su respectivo proyecto político no admite que sus estamentos se estanquen en repetitivas acciones predecibles, sino que por el contrario se exige directa e indirectamente que se tomen responsabilidades del calibre de lo sanitario preventivo y de lo social inclusivo para cada una de las estrategias que se encaran y que, a priori, excederían las habituales tareas que dicta la fría orgánica.
Y digo directa e indirectamente porque no sólo se expresan en ese sentido los funcionarios y políticos referentes de este modelo de gestión, pidiendo insistentemente por normas, actividades y proyectos que contemplen a los grupos más desprotegidos como los beneficiarios prioritarios de tales políticas, sino que también en forma indirecta uno se ve involucrado intersectorialmente en proyectos de otras áreas de gobierno que obligan a salirse de la modorra técnica burocrática específica de cada lugar. Y todo esto en un marco de absoluta libertad creadora que ocasiona un feedback positivo sin más regulación que las limitaciones prácticas de tiempo y espacio o las limitaciones más subjetivas como lo son las de nuestra propia imaginación para pensar en cosas cada vez más osadas. 
Y tales posibilidades no son habituales en las gestiones oficiales por la simple razón de la falta de una línea conceptual que más que unificar, enamore. Es así que en nuestro puesto de trabajo particular, y como representante del estado ante un sector específico, se pueden tomar medidas que atenten contra una pretendida eficiencia recaudatoria si se trata de acompañar a productores pequeños que habían sido expulsados del circuito productivo, o se puede acordar responsablemente con ONGs para intentar mayor justicia y equidad en los circuitos comerciales de algunos productos alimenticios que sin regulación resultan prohibitivos y excluyentes, o se puede interactuar con la academia para llegar con capacitaciones a los productores más olvidados, o se puede trabajar conjuntamente con los profesionales del sector como aliados naturales, o se puede consensuar con otros organismos estatales para lograr beneficios palpables de ayuda material a microemprendedores para que puedan producir con mayores grados de seguridad y calidad y etc, etc, sin que nunca alcance y haciendo real aquello de que donde existe una necesidad nace un derecho.
Así es que desde mí experiencia laboral, y robustecido por las simpatías ideológicas, puedo desarrollar políticas que tienden a lograr mayores grados de justicia, equidad y soberanía, y esto es lo que me permite exteriorizar con orgullo mi pertenencia a este sueño.
Me siento parte de un proyecto con banderas enarboladas desde la lejana militancia juvenil y que ahora puedo enriquecerla desde la mismísima gestión de gobierno. Nada más por pedir y espero que con mucho más por dar.
Al final resultó un panfleto nomás.

Pero juro que lo siento así, lo vivo así. Ojala se entienda.