Si hay algo en lo que la mayoría de las posturas políticas
coinciden es que a pesar de los avances y conquistas, todavía falta.
Pero que cosa falta?
Es obvio que los sectores que se enriquecieron, o tal vez aquellos que sólo
se recuperaron después de haber tocado fondo, en fin sectores que vuelven al
proceso de acumulación necesiten, para proteger lo adquirido, mayores grados de
seguridad de la propiedad privada. Lo que falta, entonces, para ellos, serían políticas urgentes
de baja tolerancia al delito. Y es esta urgencia la que determina que la inclusión
no sea bien vista como estrategia porque daría resultados a largo plazo o
directamente no los daría y por lo tanto las tendencias efectistas de mano dura
empiezan a ser reclamos más habituales en “la gente”.
Por otro lado, los sectores que lograron estabilizar su
posición económica social empiezan a requerir reglas de juego libertinas que
les permitan hacer uso de su aparente poder relativo para justificar y
ensanchar las desigualdades. Firmemente creen que lo obtenido, las conquistas
individuales, son producto de lo que cada uno hizo con las herramientas que el
sistema les brindó, independientemente de las condiciones externas que
condicionan el terreno en donde desarrollan su éxito. Así, estos sectores,
consideran “justo” que quien tenga más habilidades, inteligencias o capacidad
de esfuerzos puedan tener más y mejores oportunidades para sobresalir, sin
detenerse jamás a examinar que los factores que lo favorecieron pudieron haber
perjudicado a los que finalmente “fracasaron”. Para ellos lo que falta es menos
presión estatal, menos control, porque sería de esta manera que se lograrían
regulaciones equitativas, pero si en los sistemas liberales la solidaridad
fuera variable de ajuste del modelo, entonces no haría falta el estado, la
avaricia sería un delito y el olmo finalmente daría peras.
En otro caso de actualidad ineludible, podemos ver que lo que falta para los
sectores de trabajadores que ya han logrado estabilidad y recuperación continua
del salario, es mejores condiciones laborales y ajustes de sintonía fina. De
allí el reclamo por el impuesto a las ganancias, entre otras cosas. Pero en
este caso la direccionalidad ideológica política es la misma que se viene
siguiendo y lo que resta definir es el orden de prioridad en donde se ubicaría la lucha por los nuevos derechos.
Por último está lo que la propia militancia oficialista
detecta y releva constantemente, y es que hay sectores que todavía no
fueron protegidos más que con lo básico imprescindible para sobreponerse a la
indigencia. Sectores que esperan algo más que el derrame liberal, esperan
oportunidades.
Es aquí en donde me reconozco más peronista, más
kirchnerista. Es en lo que falta, para nosotros, en donde siento que el camino militante que
elegí es el indicado.