lunes, 9 de septiembre de 2013

No nos hablen de lo que falta.

Si hay algo en lo que la mayoría de las posturas políticas coinciden es que a pesar de los avances y conquistas, todavía falta.
Pero que cosa falta?
Es obvio que los sectores que se enriquecieron, o tal vez aquellos que sólo se recuperaron después de haber tocado fondo, en fin sectores que vuelven al proceso de acumulación necesiten, para proteger lo adquirido, mayores grados de seguridad de la propiedad privada. Lo que falta, entonces, para ellos, serían políticas urgentes de baja tolerancia al delito. Y es esta urgencia la que determina que la inclusión no sea bien vista como estrategia porque daría resultados a largo plazo o directamente no los daría y por lo tanto las tendencias efectistas de mano dura empiezan a ser reclamos más habituales en “la gente”.
Por otro lado, los sectores que lograron estabilizar su posición económica social empiezan a requerir reglas de juego libertinas que les permitan hacer uso de su aparente poder relativo para justificar y ensanchar las desigualdades. Firmemente creen que lo obtenido, las conquistas individuales, son producto de lo que cada uno hizo con las herramientas que el sistema les brindó, independientemente de las condiciones externas que condicionan el terreno en donde desarrollan su éxito. Así, estos sectores, consideran “justo” que quien tenga más habilidades, inteligencias o capacidad de esfuerzos puedan tener más y mejores oportunidades para sobresalir, sin detenerse jamás a examinar que los factores que lo favorecieron pudieron haber perjudicado a los que finalmente “fracasaron”. Para ellos lo que falta es menos presión estatal, menos control, porque sería de esta manera que se lograrían regulaciones equitativas, pero si en los sistemas liberales la solidaridad fuera variable de ajuste del modelo, entonces no haría falta el estado, la avaricia sería un delito y el olmo finalmente daría peras.
En otro caso de actualidad ineludible, podemos ver que lo que falta para los sectores de trabajadores que ya han logrado estabilidad y recuperación continua del salario, es mejores condiciones laborales y ajustes de sintonía fina. De allí el reclamo por el impuesto a las ganancias, entre otras cosas. Pero en este caso la direccionalidad ideológica política es la misma que se viene siguiendo y lo que resta definir es el orden de prioridad en donde se ubicaría la lucha por los nuevos derechos.
Por último está lo que la propia militancia oficialista detecta y releva constantemente, y es que hay sectores que todavía no fueron protegidos más que con lo básico imprescindible para sobreponerse a la indigencia. Sectores que esperan algo más que el derrame liberal, esperan oportunidades. 

Es aquí en donde me reconozco más peronista, más kirchnerista. Es en lo que falta, para nosotros, en donde siento que el camino militante que elegí es el indicado.